lunes, 27 de abril de 2020

La Historia de Fuego que Nace: Las Alianzas y los Amigos (4)

Todo tenemos amigos y aliados desconocidos, de los que no sabemos mucho, hasta que platicamos con ellos. Pero un amigo y un posible aliado, es tan relevantes como el poder y la influencia que pueden y saben ejercer.

A la gente de Tres Zapotes y La Venta, solo los conocía por su pescado salado y seco que nos llegaba a diario a la ciudad. También nos llevaban fruta que nunca habíamos visto en Teotihuacan. Su lugar era todo verde, húmedo, caluroso y con agua que venía de los cuatro rumbos: dulce o salada.

Uno de esos comerciantes en jefe, era un visitante asiduo de nuestra ciudad, que nunca aspiró a convertirse en ciudadano permanente. Le decíamos Zapote Viejo. Me decía que eramos muchos y que los dioses a quienes honrábamos, eran los mismos a los que él honraba en casa, con otros nombres.

Un día después del festejo del año nuevo del 13 de Agosto del 375, Zapote Viejo y yo, caminamos de la Plaza de las Columnas hacia la Pirámide de la Luna, después que vimos al Sol iluminar por ultima vez en el año la pared oeste de su Pirámide. El camino estaba encendido, y los colores rojos parpadeaban con los rayos de la luna. Llegamos a la plaza de la Luna y le hice notar los hermosos y pequeños templos alrededor de la plaza y su estilo talud y tablero, que nos permitían decirle a la gente, en breve, todo aquello en lo que creíamos y todo aquello que nos hacía el centro del mundo.

Después de oírme, respetuosamente, me dijo: "Si, por eso me dicen mis abuelos que nosotros desarrollamos el talud tablero. También queríamos decir en breve todo aquello que es tan importante para nosotros. Todo aquello que importa desde que el mundo se hizo."

No lo interrumpí, ni lo increpé, porque Zapote Viejo era un amigo y un mayor que yo respetaba. Y porque no veía yo ninguna falta, en reconocer que nosotros eramos de hecho, la continuidad de una tradición que había iniciado miles de años antes que nosotros.

Admití lo que él decía, y le reconocí que eramos parte de una tradición milenaria y que Teotihuacan no se había hecho desde cero, ni habíamos olvidado a los ancestros, ni a los Dioses.

Por eso mismo le dije, es primordial que nos ayudes a ampliar nuestra ruta hacia La Venta, que nos ayudes a formar una guarnición local de guerreros tuyos, para defender la ruta y que nos ayudes a llevar nuestros productos a Palenque y desde Palenque.

Realmente no tuve que hablar mucho. Zapote Viejo era muy bueno para escuchar, entender y ver más adelante de lo que se decía. El mismo me dijo: "Compartimos dioses, compartimos arquitectura, compartimos una forma de co-gobierno en base a un consejo, por lo que no tengo duda que ayudarles a extenderse, es en beneficio de ustedes y nosotros. Cuenta con nosotros."

Yo tenía 17 años, y desde entonces y hasta que partimos a Tikal, en el 377, Zapote Viejo siempre estuvo adelante de cada uno de nuestros pasos, convencido de que, en buena parte, el futuro de su pueblo, estaba asociado al futuro de Teotihuacan.

Con Zapote Viejo nunca hablé de guerra, ni de expansión. Yo se que el lo sospechaba pero, siempre mantuvo clara su posición que ellos no deseaban extenderse, ni combatir. Solo querían comerciar y hacer aliados. Claro, preservando sus propias fronteras. Y yo le respeto su posición.


2 comentarios:

  1. Escucha al biento que abla, escucha al biejo que sabe, el don de saber escuchar gracias por tan hermoso escrito.

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  2. Que bueno que te ha gustado y te ha inspirado

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