lunes, 13 de abril de 2020

La Historia de Fuego Que Nace: Un Guerrero en Atetelco

Algunos de mis ancestros, ofrendaron su vida en sacrificio en la pirámide de Quetzalcoatl. Todos y cada uno de nosotros, los que hemos nacido y crecido en Teotihuacan, sabemos que la vida es una ofrenda digna para nuestros dioses.

Templo de Quetzalcoatl

Hace mucho tiempo que quisieron tapar nuestro templo a Quetzalcoatl, pero fue en vano.  Para nosotros el templo es la memoria de lo que somos: un pueblo religioso y guerrero.  Seguimos yendo a orar en las paredes que quedaron en pie.

Desde pequeño yo fui siendo preparado como guerrero en Atetelco con una reverencia profunda a nuestros dioses. Si, las 2 vertientes de Quetzalcoatl es el reinado justo y bien administrado, pero también las guerras y las alianzas de expansión.

Una sección de Atetelco
Me enseñaron a usar el mazo, el palo conejero, el lanzadardos y el macuahuitl. Pero esos eran todos los oficios de mis guerreros de combate. Yo también fue preparado para dirigir un comando y enfocarnos en los puntos débiles precisos del enemigo.

Mural en Atetelco

Me enseñaron a formar alianzas, a agrupar a los comerciantes de cada rumbo para tener información de cada detalle de malestar, conflicto e intriga en cada reino con los que comercializábamos.

Así que fui siendo preparado para llegar a aquellos lugares hacia donde sale el sol en el invierno, y que tomaban mas de un mes para llegar ahí.

Eramos grupos de guerreros capaces de llegar a cualquier ciudad conocida. Nos tomó años desarrollar puestos de avanzada, con aliados en quien podíamos confiar y comerciar. Cada uno de ellos tarde o temprano buscarían llegar y asentarse con nosotros. 

Nos enseñaban que el recurso de la guerra total es la salida de quienes no saben formar alianzas dentro de las filas del enemigo. Eso lo aprendimos con nuestros aliados  locales y cercanos.  

Aprendí con dureza el uso de cada arma, aprendí a hacerlas de los materiales mas inesperados, aprendí a romper la obsidiana, pero también aprendí a dirigir a mis comandos y hacerles resistir cualquiera batalla por extenuante que fuese.

Maquahuitl 
El engrandecimiento de Teotihuacan estaba en nuestras manos. Solo teníamos que confiar en nuestra fuerza, en Buho Lanzadardos y la gloria de Teotihuacan por los tiempo venideros.


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